Soy un mal educado.
No la traté bien.
Creí que estaría a mi lado.
Siempre.
Que sería fiel.
Pero la perdí.
No lo es.
Se arropó en sus prosas.
Huyó.
¡Me huyó!
Me saqueó las rimas.
¡Eran mías!
Pero ya no.
No están.
No está.
Se fueron con ella.
Sin decir hacia dónde fugarían.
Si sería sólo por un tiempo.
Si necesitaban intimidad.
¿Existirán fuera de mi pluma?
¿Quién la pronunciará?
¿Y si conocen una voz distinta de la mía?
…
Se me fue la inspiración.
Me dejó sólo palabras.
No me permito odiarla.
Pero la odio.
No merece mis esperas.
Largas.
Absurdas
¡Vivo esperándola!
Y perdiéndola otra vez.
La sueño.
La ansío.
Palpita en mis falanges.
En mi pecho.
Y en el centro de mi frente.
¿Vendrá algún día?
¿O sólo será su presencia
un nuevo anuncio de una nueva ausencia?
La aguardo, da igual.
Vendrá.
Siempre intuyo que no volverá.
Te espero.
No tardes.